Qué es el movimiento «anti-mascarilla»

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En diciembre de 2019 se supo sobre el origen del Covid-19 en China, pero ningún país del mundo pensó que un problema local d

e la nación asiática pudiera llegar hasta sus territorios y afectarlos de igual o mayor forma que al lugar de origen.

¿Cuáles son las bases del movimiento anti-mascarilla?

Pocas semanas después la mayoría de los países tuvo que entrar en confinamiento, mantener la distancia social y utilizar mascarillas para evitar el contagio y propagación del virus, del cual muy poco se sabía en esos momentos, solo que era uno de los más virulentos que se conocía.

Ante las recomendaciones hechas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y las medidas adoptadas por cada uno de los Gobiernos del mundo, parte de la ciudadanía opuso resistencia a las exigencias planteadas, ya que consideraban que no era necesario cambiar nada en su día a día para no verse contagiado en el futuro con el Covid-19.

Es así como en muchos países surgió un movimiento que se oponía a una de las medidas particulares recomendadas por la OMS y que es casi que una ley en muchas naciones: utilizar mascarillas al salir de las casas y dirigirse a sitios públicos.

El movimiento “anti-mascarilla” cobró gran fuerza en países como Estados Unidos, Canadá y en algunos de Europa, entre ellos España, ya que sus militantes consideran que es innecesario la utilización de este elemento de bioseguridad y que todo se trata de una especie de conspiración en contra de los ciudadanos.

Podría pensarse que un tipo de movimiento como este no tiene sentido alguno, pensando en que se trata de una medida que ha sido tomada para la preservación de la salud, pero lo cierto es que los “anti-mascarilla” consideran que todo se trata de una manipulación, que no existe el tal virus y que han llegado a catalogar como medidas desproporcionadas o hasta considerarla una “dictadura sanitaria”.

¿Cómo funciona este movimiento?

  • Gran parte del trabajo que ha hecho este movimiento desde el pasado mes de marzo, ha sido el llamado a la ciudadanía general a un boicot a los Gobiernos, invitándolos a no cumplir con las medidas que estos les imponen por la crisis sanitaria, llegando a mostrarse en espacios públicos sin mascarilla y boicoteando aquellas tiendas o establecimientos donde no se les quiere dejar entrar sin el implemento de bioseguridad.
  • Las informaciones o bases de este movimiento buscan tomar fuerza entre los ciudadanos, sobre todo a través de las redes sociales donde se han creado grupos en la red social Facebook, sitios donde se les ha dado a entender a sus seguidores que el uso de la mascarilla solo representa un paso antes de la colocación de la vacuna obligatoria, con la cual buscan incorporar una especie de microchip en el organismo de la población mundial para un mayor control de esta.
  • Lo cierto es que unos hablan de teorías conspirativas, otros de que es parte de su libertad individual el no utilizarla y algunos otros argumentan que no le ven sentido a esta política sanitaria, ya que inicialmente no era requerido y después los Gobiernos señalaron que era totalmente necesario, lo cual los desconcierta y es por ello que rechazan su uso.

Movimiento sin fuerza

  • Pese a que se ha vivido un tiempo muy confuso en los últimos meses, donde también se aplicaron políticas sanitarias contradictorias, entre ellas el uso de las mascarillas, el movimiento “anti-mascarilla” no ha tenido el impacto o la repercusión que estos han querido, ya que la mayoría la población cumple con este requisito para preservar su salud, además de que las cifras de contagiados y muertos cada vez son mayores y estos no quieren ser parte de las estadísticas.
  • Muchas han sido las encuestas realizadas a las poblaciones de distintos países sobre este tema, donde si bien muchos argumentan que no están de acuerdo con el uso de las mascarillas por ser algo a los que no están acostumbrados y que les resulta incómodo, no ven una solución inmediata que sea más efectiva que utilizarla y mantener la distancia social con otras personas.
  • La pérdida de fuerza de este movimiento en países como Estados Unidos, una de las naciones donde más han sido renuentes para el cumplimiento de las medidas de bioseguridad, cada vez es mayor, considerando que para abril de 2020 solo el 51% consideraba que era necesario, pero a finales de junio del mismo año un 86% de la ciudadanía hacía uso de las mascarillas.
  • Sin embargo, la minoría que sigue impulsando las distintas teorías sobre por qué se obliga a la población a llevar mascarillas y que consideran que va más allá de la preocupación sanitaria, sigue muy enérgica en las redes sociales realizando campañas de desinformación sobre el virus, las políticas sanitarias adoptadas y lo que consideran una violación a sus derechos fundamentales.
  • Parte de esa fuerza del movimiento “anti-mascarilla” ha sido también reducida, gracias a que las distintas plataformas digitales han adoptado políticas muy rígidas en contra de la desinformación sobre el Covid-19, por considerarlo un tema delicado que puede confundir a la población internauta.

Pese a la posición que cada uno puede tener sobre el uso de mascarilla, muchos han tenido un familiar, amigo o conocido que falleció por Covid-19, así que no se trata de un juego, es un tema muy delicado que debe analizarse con cautela, pero quienes se opongan totalmente a su uso, podrían estar abriendo las puertas un posible contagio y así a una nueva oleada del virus, lo que complicaría aún más la situación y alejaría la posibilidad de comenzar una nueva normalidad.